miércoles, 26 de septiembre de 2012

El silencio: la dimensión olvidada de la comunicación

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Me gustaría poder escribir una entrada que pudiera transmitir el arte del silencio, pero ¿cómo hacer algo semejante a través de las palabras? A lo largo de una vida cimentada en las letras, la voz, la creación y la fantasía he llegado a un punto en mi vida en el que me resulta urgente sumergirme en las profundidades del silencio. ¿Para qué?, pensaréis muchos. Fundamentalmente para disfrutar, y sobre todo, aprender la magia de la escucha.

No es que hasta el momento haya hecho oídos sordos a las opiniones y realidades de ahí fuera, cerrando mi mente con llave a cualquier tipo de punto de vista distinto, pero también es cierto, por lo que vivo y por lo que observo que por alguna curiosa razón tenemos una necesidad obsesivo compulsiva de hablar, decir lo que pensamos y hacerlo en voz cada vez más alta. ¡Qué estupendo disfrutar de la libertad de expresión! vayáis a tomarme ahora como alguien que aboga la censura. 

Nada que ver con eso. Mi reflexión trasciende un poco a la perorata general que nos marcamos a través de las redes sociales, en nuestro foro más cercano o en cualquier blog como éste. Queremos decir, decir, y lanzamos las palabras con la energía de un ego que se complace en su conocimiento y la elocuencia de quien se cree un sabio. Y expulsada la primera tanda ya estamos elaborando la segunda para nuevo regocijo. Poco de escuchar al otro, pocas pausas, poco interiorizar. Si así lo hiceramos las conversaciones serían mucho más calmadas, lentas y quien sabe si aburridas. Tal proceso es tan pesado que en nuestro mundo vertiginoso no tiene cabida.

Propongo un tiempo de silencio al día, tal vez para empezar basten diez o quince minutos. (Aunque los que hacemos meditación ya disfrutamos de ese espacio) Suficientes para soltar el acelerador de nuestra vida y dejar que el paisaje de alrededor y de nuestra cabeza se ralentice y abra nuevos rincones a sonidos, imágenes y sensaciones fascinantes. Si cierras los ojos ahora y escuchas, ¿cuántas percepciones eres capaz de registrar? Eso invisible y desapercibido también es nuestra vida.

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